Partiendo de la evidencia de la abundante presencia de Oxígeno en la atmósfera terrestre actual, la comunidad científica llegó a la conclusión de que una primera atmósfera durante el periodo Arcaico no pudo contener tales porcentajes de dicho elemento, ya que el único mecanismo inorgánico de generación de Oxígeno es el debido a la reacción resultante de la radiación ultravioleta solar con el agua de la alta atmósfera. Además, si se trasladara la actual composición atmosférica a aquél periodo, con un Sol mucho más débil, las temperaturas habrían alcanzado cifras muy por debajo del punto de congelación del agua. Pero, ¿cómo es posible si algunas rocas de aproximadamente 3.800 millones de años demuestran la presencia de agua en estado líquido? La respuesta se puede hallar en la posible presencia de gases de efecto invernadero. Un porcentaje elevado de estos gases, como los que podemos encontrar en los planetas vecinos, es capaz de asegurar temperaturas por encima del punto de congelación del agua. En resumidas cuentas, la gran diferencia entre la atmósfera terrestre y la atmósfera del resto de planetas interiores radica en que la terrestre evolucionó.
El punto de partida de esta evolución atmosférica parte de la emisión gaseosa del interior del planeta por erupciones volcánicas. La primera composición gaseosa de la atmósfera parece indicar la presencia de elementos propios de la nebulosa que originó el Sol (Helio, Dióxido de Carbono e Hidrógeno), y cuyas condiciones no eran apropiadas para el desarrollo de la vida debido al contraste térmico terrestre. Sin embargo, la erupción de gases como el Nitrógeno, Dióxido de Carbono, y en especial, vapor de Agua, crearon un ambiente favorable para la precipitación de ésta en forma de lluvia ácida, provocando la aparición de Óxidos y la formación de las rocas carbonatadas capaces de absorber grandes cantidades de Dióxido de Carbono, todo ello unido a la salida del Helio y el Hidrógeno de la atracción terrestre por su menor peso y a las fuertes corrientes de viento solar que se originaban.
A medida que el ciclo del vapor de Agua se fue consolidando, éste, por consecuencia del enfriamiento del vapor en las capas altas de la atmósfera, consiguió una progresiva disminución de las temperaturas globales, provocando un enfriamiento terrestre general y la estabilidad de una corteza gruesa y sólida, cuyos materiales ya no producían grandes cantidades de Óxidos. Con esta acumulación de vapor de agua atmosférico, la radiación ultravioleta solar reaccionó con dicho gas provocando la ruptura de sus moléculas en Oxígeno e Hidrógeno (éste último evacuado hacia el exterior del planeta) y la posterior formación del ozono, impidiendo la penetración de los rayos ultravioleta β y permitiendo el desarrollo de la vida en el mar y en los continentes. Las formas biológicas capaces de realizar la fotosíntesis en un ambiente más favorable para la vida contribuyeron enormemente al aumento del Oxígeno respirable y a sus elevados porcentajes en la atmósfera actual.
La "paradoja del Sol débil", todavía sin resolver, según la NASA
ResponderEliminarHace 4.000 millones de años, cuando la Tierra todavía era muy joven, los rayos del Sol apenas alcanzaban su superficie. Eran un 30% más débiles de lo que son ahora y no habrían proporcionado suficiente calor para mantener agua líquida en su superficie. Sin embargo, el planeta no se congeló ni entró en una temprana edad de hielo que podría haber cambiado el curso completo de las cosas. Esta incógnita fue denominada por Carl Sagan como «la paradoja del Sol débil», y ha llamado la atención de los científicos, incapaces de encontrar una respuesta. El pasado año, un grupo de investigadores creyó haber dado con la solución. Según explicaban en la revista Nature, la primitiva capa de nubes era entonces mucho más delgada que la actual y los rayos del Sol pudieron calentar los océanos sin obstáculos, lo que favoreció una temperatura más templada y la aparición de la vida. Ahora, científicos del Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field (EE.UU.) rechazan esta teoría e inician de nuevo la controversia.
Això és tot el que sé fins ara...
Exacto. Esta rama de investigación está llena de hipótesis acerca de la evolución de nuestra atmósfera. Para llegar a la conclusión de la existencia de un gas invernadero he partido de la observación de los planetas interiores vecinos, hallando grandes cantidades de CO2 en sus atmósferas, lo que me lleva a deducir que la Tierra pudo tener esas mismas cantidades favoreciendo un clima de grandes contrastes térmicos que impedían desarrollar la vida. Es muy posible que la hipótesis de la "paradoja del Sol débil" encaje en dichas interpretaciones, ya que una atmósfera ligera y muy poco densa (se trataban de gases de poca densidad como el Helio o el Hidrógeno) favoreciesen la penetración de rayos ultravioletas muy débiles, que unido a la existencia del gas invernadero (evidentemente apunto al CO2 como el existente) y a la inexistencia de gases "barrera" como el ozono troposférico, contribuyesen al calentamiento terrrestre durante la emisión de radiación. Evidentemente, hay muchísimas más hipótesis. Este artículo refleja la línea con la que más de acuerdo estoy, por el momento...
ResponderEliminar